Historia bancaria de Chile, 1811-1878
En este apartado buscamos ofrecer una guía interactiva, asequible a todo público, para conocer y profundizar en la historia bancaria de Chile en el siglo XIX. Con este propósito, conforme nuestro visitante se adentra en una breve explicación general sobre la reorganización financiera del país tras la Independencia, se le invita también a consultar bibliografía especializada sobre los temas tratados, conocer los billetes del periodo, acceder a documentos clásicos digitalizados, conocer los archivos en los que se albergan fuentes útiles y descargar algunas de las estadísticas históricas que los especialistas han reconstruido y que nosotros hemos compilado.
Primeros proyectos y experimentos bancarios
Chile obtiene su independencia en 1818, pero desde 1811 el gobierno autónomo de la primera Junta comienza a proyectar la creación de un Banco Nacional (sic) que no llega a tener efecto. Posteriormente, en 1812, se esboza un banco de rescate de pastas de plata (que tampoco se materializa). En 1818 se retoma este último proyecto y se debate nuevamente en 1819 y hasta 1825.
Respecto a la reorganización monetaria, el historiador René Millar ha señalado que los trastornos monetarios generados por las guerras entre 1810 y 1819 se tornaron más complicados cuando las autoridades militares comenzaron a emitir una considerable cantidad de “billetes de crédito” o “vales” para pagar al ejército y a los proveedores de alimentos, caballos y armas. Los vales eran aceptados porque se emitían con cargo a las aduanas, y podían servirles a los comerciantes para pagar impuestos. De hecho, este tipo de emisión fue frecuente en la mayoría de los demás países hispanoamericanos en guerra y se reflejó en el hecho de que tanto los gobiernos realistas como las fuerzas insurgentes difundieron gran cantidad de papel moneda en forma de este tipo de papel y de pagarés para asegurar los salarios de soldados y oficiales y cubrir provisiones adelantados por comerciantes, fuesen nacionales u extranjeros.
Las tempranas emisiones chilenas de la guerra, sin embargo, no cesaron inmediatamente con la paz sino que siguieron hasta el año de 1826, cuando las autoridades resolvieron que debían retirarse. De acuerdo con un estudio clásico de Marcello Carmagnani, el gobierno retiró más de un millón de pesos en vales entre 1827 y 1830, devolviendo cierta estabilidad y credibilidad al sistema monetario chileno. No obstante, desde antes de su independencia se observaba una escasez general de circulante metálico en la economía, siendo especialmente problemática la de moneda fraccionaria. Un efecto colateral de la falta de metálico en la economía chilena fue que dio pie a que agentes privados tuvieran que crear mecanismos informales para subsanar dicho problema. Al igual que en muchas partes de Latinoamérica -y del mundo- surgieron monedas privadas, que en Chile tomaron el nombre coloquial de “macuquinas” y “señas.” Al respecto, Jeftanovic y Lüders mantienen una hipótesis muy interesante: fueron estos primeros experimentos de emisión los que “institucionalizaron” la emisión privada de dinero: las grandes casas mercantiles que crearon estas monedas privadas se convirtieron en los años posteriores en los banqueros que habrían de conformar el sistema financiero chileno.
El primero banco de emisión en establecerse en Chile fue el Banco Cordovez en La Serena, pero operó apenas un año, de 1827 hasta 1828. Sin embargo no sería hasta la década de 1840 cuando se dio un primer debate, relativamente poco estudiado hoy en día, sobre la naturaleza de la banca y sus funciones.
El historiador René Millar Carvacho sostiene que existía un consenso dentro de la elite política chilena sobre la necesidad de contar con un banco nacional; el disentimiento era sobre si este banco debía de ser privado o gubernamental. En 1845 el congreso nombró a una comisión para estudiar el tema y ésta recomendó la creación de un banco nacional de crédito y emisión, pero no se concretó.
Al igual que en el Brasil, desde fines de la década de 1840 Chile se gestó un debate entre los partidarios de los bancos libres y aquellos que abogaban por el predominio de un gran banco de estado. Las discusiones se libraron, en primera instancia, en la prensa y pronto circularon compilaciones de artículos y libros sobre el tema, como lo atestiguan el volumen de autoría de Pedro Félix Vicuña, Cartas sobre bancos, recopiladas de las que ha insertado el Mercurio de Valparaiso, publicada en 1845, así como el ensayo de José Lastarria, Proyecto de ley sobre creación de un Banco Nacional, que fue publicado en Santiago en 1850.
Debate y política en torno a la banca libre en el Chile de mediados de siglo
En 1848, el ministro de Hacienda presentó un informe al Congreso chileno en el que afirmaba que si bien doctrinalmente existía una profunda diferencia entre los partidarios de la banca libre y los del control estatal, él consideraba que podían reconciliarse. Argumentó, de forma un tanto ambigua que el establecimiento de bancos privados podían proporcionar “los conceptos prácticos, las normas y las reformas legales esenciales a la fundación de un banco de estado.” Muchos años después, el connotado economista e historiador de la banca chilena, Guillermo Subercaseaux, habría de afirmar que dichos argumentos indicaban que el gobierno no se guiaba por teorías generales ya que no rechazaba la idea del establecimiento de un banco central pero, al mismo tiempo, reconocía la validez de algunos argumentos en su contra.
No obstante estas discusiones iniciales de tipo teórico, no fue hasta la década de 1850, como ya hemos visto, que comenzaron a establecerse los primeros bancos en Chile, entre ellos el Banco de Valparaíso (1855), la Caja de Crédito Hipotecario (1855) y el Banco de Chile (1859), además de varias casas bancarias privadas. A resultas de este proceso de expansión financiera, el Congreso resolvió discutir y aprobar una nueva ley monetaria y una ley bancaria en el año de 1860 para regular las operaciones monetarias y crediticias. La segunda ley autorizaba el establecimiento de bancos de emisión, señalando el triunfo de la escuela de los “bancos libres”.
¿A qué podría atribuirse esta victoria? Por un lado, como argumentó entonces el poderoso banquero Agustín Ross Edwards (opositor a esta ley), era consecuencia de la ratificación de una situación de facto, ya que desde 1855 los bancos privados, Ossa y Cía. y MacClure y Cía. de Santiago habían comenzado a emitir certificados y notas que fungían como billetes bancarios, siendo seguidos por el Banco de Chile desde 1859. En segundo término, era el resultado de una campaña doctrinaria que tuvo gran éxito en la Universidad en Santiago, en la prensa y en la legislatura. Esta campaña fue impulsada por la amplia difusión en círculos mercantiles, profesionales y políticos de Santiago y Valparaíso de las obras de economistas liberales clásicos, y en especial de una escuela de pensamiento que había adquirido gran prestigio en Chile desde la llegada del economista francés, Juan Gustavo Courcelle Seneuil, quien fue contratado por el gobierno de Chile en 1855 para servir de consejero al ministro de Finanzas y como Profesor de Economía Política en la Universidad.
En todo caso, entre 1856 y 1860 la clase política chilena discutió muy activamente el tema de los bancos. El gobierno resolvió tomar cartas en el asunto y le encomendó a su asesor francés, en su calidad de consultor técnico del Ministerio de Hacienda, elaborar un ante-proyecto que sirviera de base para la redacción de la primera ley que normaría la actividad bancaria en Chile
ley bancaria que se promulgó el 23 de julio de 1860 instauraría en Chile un régimen de jure de banca libre y en ella se contempló como objetivo facilitar la creación de nuevos bancos en el país. Las pocas obligaciones que imponía la nueva ley exigían que los bancos interesados en emitir tuvieran la obligación de presentar informes mensuales de sus actividades. La emisión por cualquier banco debía estar limitado al 150 % de su capital efectivo, aunque no se impuso reglas respecto a la composición de dicho capital que no necesariamente tenía que ser metálico. Finalmente, los billetes emitidos debían ser pagaderos al portador ya fuese en oro o plata; se limitaba la emisión a billetes a denominaciones de 20, 50, 100 y 500 pesos; y se establecía que los dueños de los bancos tenían responsabilidad ilimitada y que por ende debían garantizar con su patrimonio personal los pasivos de las entidades financieras.
En pocas palabras, los abogados de los “bancos libres” alcanzaron un éxito sin parangón en Chile aunque esto no ha sido siempre reconocido de manera enfática en la historia monetaria chilena
Los planteamientos tradicionales tendían a sugerir que la época de banca libre en Chile fue inestable y que la crisis de 1878 que terminó por quebrarle fue una consecuencia natural de este hecho. Sin embargo, en los últimos años han surgido trabajos revisionistas que se han enfocado en estudiar más a fondo el episodio de banca libre en Chile en el período de 1860 a 1878. Entre ellos destacan los estudios de los investigadores Ignacio Muñoz Delaunoy, Una economía monetaria descentralizada: la “banca libre” chilena del siglo XIX, así como el trabajo de Ignacio Briones Rojas, Banque libre : de l’idée à la réalité : le cas du Chili, 1860-1898, tesis de doctorado en París, defendida en 2004, y la monografía de los profesores Jeftanovic y Lüders, La Banca Libre en Chile, publicado en 2006 por la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Estos últimos trabajos han concluido que, en lo general, el caso chileno representa un episodio exitoso de banca libre en tanto logró estabilidad macroeconómica y financiera y también crecimiento económico. Argumentan que la razón de su ulterior fracaso se derivó no de su apego al laissez-faire financiero sino del impacto de políticas gubernamentales que perjudicaron la estabilidad; además sostienen que la regulación monetaria bimetálica de 1860, que estableció un tipo de cambio oficial único entre el oro y la plata, el cual luego tendió a divergir bastante con el precio de los mercados internacionales y ocasiono problemas monetarios y luego financieros bastante severos en las ultimas décadas del siglo XIX.
En 1865 el nuevo sistema bancario enfrentó su primer gran desafío a raíz de la guerra naval de España contra Chile. Al inicio, y para evitar que cundiera el pánico que podría detonar una crisis financiera, el gobierno recurrió al recientemente creado Banco Nacional de Chile para apoyos financieros, a quien le permitió emitir hasta un millón y medio de pesos en billetes irredimibles (por lo menos hasta el 31 de enero de 1866). Sin embargo, las autoridades pronto se vieron necesitadas de recursos adicionales para financiar las acciones bélicas. El 20 de julio de 1866 el gobierno negoció con ciertos bancos un contrato de empréstito, a cambio de lo cual las entidades financieras recibieron privilegios ya que se aseguraría que sus billetes fueran recibidos como moneda de curso legal en las oficinas fiscales por un plazo de 20 años. Las entidades que suscribieron el acuerdo fueron: el Banco Nacional de Chile (por $2.8 millones de pesos), de Valparaíso (por $510 mil pesos), A.Edwards y Cia. (por $510 mil pesos), Mc Clure yCia. (por $510 mil pesos), y Ossa y Cia. (por $204 mil pesos. Esta intervención del gobierno en el mercado financiero se vio ampliada hacia 1873 cuando se firmó un convenio en el que el Banco Nacional de Chile adquirió de facto el “mote” de banco de gobierno, en tanto el ministerio de Hacienda se comprometió a manejas todas sus cuentas a través de esa institución.
En resumidas cuentas, desde un punto de vista teórico, la historia bancaria de Chile entre 1860 a 1878 resulta de especial interés porque en él confluye una legislación de carácter nacional impulsada por un teórico muy importante, Courcelle-Seneuil. Dos características deben resaltarse en este episodio: 1) No había una obligación de los bancos para mantener reservas en metálicos; 2) Los dueños asumían responsabilidad ante los pasivos de sus bancos. En general la literatura moderna concuerda que este episodio fue positivo en tanto favoreció el crecimiento económico, la estabilidad de precios y también la financiera. El final de la banca libre en Chile es atribuible a la crisis de 1878, cuando el gobierno empezó a intervenir directamente en el mercado emitiendo billetes él mismo. Dicha crisis fue causada en parte por una larga recesión económica que había arrancado desde 1873 pero aún más por los problemas creados por la legislación bimetálica y por los nexos del sistema bancario con el gobierno, que se vio necesitado de recursos y así justificó su intervención en el mercado bancario.
Los efectos de la crisis de 1873 sobre el sistema bancario chileno
Si bien las crisis minera y agrícola se habían producido desde 1874, para 1876-78 también se hizo manifiesta una grave depresión en otros sectores de la economía, entre ellos la construcción y la banca. Aproximadamente 25 compañías que cotizaban en la Bolsa de Valparaíso quebraron entre 1876 y 1878; entre ellos sufrieron particularmente las empresas mineras, pero pronto se manifestaba la crisis en el sector financiero. En octubre de 1877 quebró el Banco Thomas. En enero de 1878 cerró sus puertas el Banco del Pobre y pronto comenzaron a vislumbrarse serios problemas con el Banco de la Unión, el Banco Agrícola, el Banco consolidado de Chile e inclusive el Banco Nacional de Chile (banco oficial).
Cuando el presidente de Chile, Aníbal Pinto, fue informado en julio de 1878 que al Banco Nacional sólo le quedaban 400,000 escudos en metálico como reserva, no vio otra alternativa que declarar la inconvertibilidad de la moneda nacional, lo que produjo un pánico bancario local y una efectiva moratoria de pagos internacionales. Las noticias de la decisión gubernamental causaron una inmediata baja en la cotización de los bonos públicos chilenos en la Bolsa de Londres, aunque es menester señalar que su caída fue mucho menor que la que se había producido con respecto a los precios de los bonos de otros países latinoamericanos como Perú, Uruguay, Paraguay o Costa Rica en años anteriores.
La crisis comercial, minera y agrícola, eventualmente se trasladó a las ciudades y provocó un colapso bursátil y un pánico bancario. Pero, ¿cuáles fueron las causas de la crisis bancaria de 1878? Las tesis tradicionales del economista Frank Fetter y las más recientes de Agustín Llona, asumen que el sistema bancario era inherentemente endeble y que ante el impacto de la crisis internacional terminó por resquebrajarse. Sin embargo, en trabajos recientes, Briones (2004), Briones y Rockoff (2005), Selgin(1990) y Jeftanovic y Lüders (2006) todos apuntan a que dicha debilidad se derivó de otros elementos adicionales, en particular la constante intervención del gobierno a través de su demanda de crédito y su favoritismo para con ciertos bancos (especialmente al Banco Nacional de Chile cuya emisión era más del 50% del total), lo cual ató al sistema financiero privado a las peripecias de las finanzas del gobierno que estaban sufriendo por el descenso de los ingresos de aduanas, que era su punto de apoyo fiscal fundamental. A su vez, y quizá igualmente, el patrón bimetálico, bajo el cual estaba inscrito Chile, era muy inestable.
La crisis internacional repercutió en las exportaciones chilenas y también en los ingresos fiscales del gobierno, los cuales dependían totalmente del comercio exterior. Esto afectó negativamente al conjunto de la banca chilena, acentuando los problemas de escasez de reserva metálica. Para evitar corridas bancarias, los directivos del sistema bancario actuaron para restringir el crédito, lo cual repercutió aún más negativamente en la economía chilena. Se instaló una recesión durante varios años por causa de la baja en las exportaciones, las restricciones del crédito y el debilitamiento de las bolsas de valores de Santiago y Valparaíso. Debido al riesgo inminente de una fuerte crisis bancaria, el gobierno declaró la inconvertibilidad de los billetes bancarios chileno el 23 de julio de 1878 estableció una ley que, en pos de evitar corridas. De nuevo, las perspectivas económicas empeoraron en 1879 con la Guerra del Pacifico y el 10 abril de dicho año el gobierno (ante la negativa del sistema bancario para seguirle prestando) autorizó su derecho a emitir billetes fiscales.
Si bien la legislación permitió la emisión privada de billetes (hasta 1898), se considera al año de 1878 como el final del episodio de banca libre en Chile. La reforma que dotó de “inconvertibilidad” a los billetes ya emitidos y la posterior intromisión directa del gobierno en la que él mismo se autorizó para emitir más billetes, generaron un esquema bancario en el que la oferta monetaria dejó de depender de los agentes privados y siguió la tendencia dictada por el gobierno.