Historia bancaria de Uruguay, 1850-1875

En este apartado buscamos ofrecer una guía interactiva, asequible a todo público, para conocer y profundizar en la historia bancaria de Uruguay en la segunda mitad del siglo XIX. Con este propósito, conforme nuestro visitante se adentra en una breve explicación general, se le invita también a consultar bibliografía especializada sobre los temas tratados, conocer los billetes del periodo, acceder a documentos clásicos digitalizados, conocer los archivos en los que se albergan fuentes útiles y descargar algunas de las estadísticas históricas que los especialistas han reconstruido y que nosotros hemos compilado.

Mapa de Uruguay trazado por Sureda, circa 1860.

El Barón de Mauá, pionero de la banca en la Banda Oriental.

Desde fines de la década de 1840, el Barón Mauá  extendió su imperio financiero hacia el sur,  y estableció  sucursales independientes en Montevideo, Buenos Aires y Rosario, lo cual era una clara expresión de sus ambiciones como empresario pero también  era reflejo de las políticas expansivas del gobierno imperial de Brasil que estaba empeñada en  incrementar su influencia en el pequeño Estado vecino de Uruguay y en el Cono sur, en general.

Desde el decenio de 1820, las autoridades militares y políticas en Río de Janeiro habían impulsado diversas campañas para tomar control de la Banda Oriental, pero su fracaso durante la guerra con Argentina en 1826-1829, dejó al gobierno uruguayo con cierta autonomía, si bien sujeta a numerosas intervenciones externas y guerras civiles durante decenios. A pesar de ello, las relaciones mercantiles entre la Banda Oriental y Brasil se intensificaron con el tiempo, debido sobre todo a la demanda por carnes saladas para los trabajadores de las plantaciones de azúcar y café en Río de Janeiro y el Nordeste. Desde los años de 1840, el banquero comerciante Mauá financiaba una parte importante de las remesas de carnes de  Montevideo y  de su tierra natal de Rio Grande do Sul, lo que implicaba el tráfico de varios cientos de navíos anualmente. A partir de estos intereses, Mauá se habría de convertir  en gran pionero en establecer bancos comerciales en el Cono Sur.

En 1852  entró en acción en el puerto argentino de Rosario, sirviendo como banquero del general José de Urquiza quien fuera máximo  dirigente político del gobierno de la Confederación Argentina (1853-1862),  la alianza política que forjaron la mayoría de los gobiernos de las  provincias argentinas  en contra de Juan Manuel de Rosas, gobernador de Buenos Aires. Cuando Rosas fue derrotado por las tropas de las provincias confederadas,  el banquero brasileño aprovechó la oportunidad para  ampliar sus negocios en toda  la zona del Río de la Plata y estableció bancos en varios puertos, incluyendo Rosario, Buenos Aires y Montevideo.   Sin embargo, y algo curiosamente,  Mauá no apoyó la conformación del efímero Banco Nacional de la Confederación (1854), auspiciado por  el general Urquiza, al parecer porque tenía sus dudas sobre la solvencia de su administración. Este temprano banco oficial, con sede en Rosario, se estableció con base a un proyecto del comerciante banquero cordobés, Mariano Fragueiro, y llegó a contar con el derecho formal de  emitir papel moneda de curso forzoso,  pero al cabo de seis meses naufragó debido a la falta de un fondo de garantía que respaldara su emisión, lo cual hizo que los comerciantes y posibles clientes no confiaran en sus billetes.

En la misma época, Mauá participó de cerca en las finanzas contemporáneas del convulsionado gobierno uruguayo, espoleado  por  el marcado interés político, militar y comercial  del gobierno imperial de Brasil en la  política y la economía de la Banda Oriental. Las actividades del banquero brasileño se fincaron inicialmente en alianzas con el capitalista y especulador José Buschental (de origen brasileño), quien tenía una próspera casa financiera en Montevideo y se habría de convertir en connotado promotor de proyectos de desarrollo urbano de tipo inmobiliaria  así como gran propietario ganadero.  Mauá abrió una casa bancaria en Montevideo a fines de 1853 y  pronto comenzó a comprar estancias,  al tiempo que efectuaba fuertes inversiones en la primera empresa de gas y en  obras portuarias de Montevideo.  Poco después, participó activamente en los debates celebrados en 1856 en la Banda Oriental sobre la conveniencia de crear un banco nacional: esta pequeña historia fue relatada por el gran historiador  y archivista, Juan Pivel Devoto, cuyos  estudios detallados sobre la temprana historia bancaria  del país son la fuente más importante para estudiar las finanzas del período  pero que, extrañamente, son rara vez citados en la historiografía moderna.

En la práctica, el Banco Mauá en Montevideo tuvo su mayor actividad financiando al gobierno de la Banda Oriental: realizó adelantos a corto plazo y negoció empréstitos a su favor y, algo sorprendentemente,  logró colocar bonos uruguayos en el mercado de capitales de Río de Janeiro. En su prolífica correspondencia  con su amigo Andrés Lamas, ilustre diplomático y político uruguayo (que era ministro plenipotenciario en Río de Janeiro), el Barón de Mauá hizo hincapié desde 1854  en la conveniencia de que se estableciera un banco de gobierno en Montevideo, aunque de manera explícita recomendó que no se copiara al Banco de Francia sino más bien al Banco do Brasil, en ese momento en pleno proceso de reorganización. En todo caso, en 1857 Mauá obtuvo una concesión del gobierno uruguayo para abrir y  operar un banco comercial en Montevideo, con derecho de emisión. Dicha casa pronto se convirtió en principal resorte de apoyo financiero del gobierno de la Banda Oriental: sus préstamos  fueron muy cuantiosos,  pero el nivel de riesgo que asumió era alto por la inestabilidad política y por la rapidez en los cambios en los regímenes monetarios de las distintas administraciones de las administraciones uruguayas,  en tanto  se pasaba de la convertibilidad a la inconvertibilidad con harta frecuencia, lo cual generó varios pánicos financieros locales.

El Banco Mauá, las finanzas públicas y los orígenes de la competencia bancaria

La febril actividad de Mauá y, sobre todo, sus numerosas transacciones con el gobierno despertaron el recelo de los principales comerciantes banqueros de Montevideo. La extensión de sus  negocios bancarios en la Banda Oriental ya era notable, pues  contaba no solo con una casa matriz del banco en Montevideo sino también con sucursales en las dos ciudades provinciales más importantes,  Salto y Paysandú: la primera era eje de una rica zona ganadera y contaba con un activo comercio fluvial, mientras que  Paysandú era una próspera zona de ganadería lanar. No obstante, lo que más molestaba a sus rivales eran los privilegios que el banquero brasileño obtuvo del gobierno uruguayo.

La elite de comerciantes banqueros de Montevideo  era contraria a la inconvertibilidad (que beneficiaba a Mauá) y pelearon por la adopción de un tipo de patrón oro, razón por la cual fueron denominados popularmente como  “oristas”. Su principal punto de apoyo fue el Banco Comercial, fundado en 1857 por varios  de los mayores capitalistas de la plaza, incluyendo Pablo Duplessis, Pedro Saenz de Zumarán, Juan Ciblis, Tomás Tomkinson, y Samuel Lafone. Durante largo tiempo abogaron por limitar la emisión de billetes bancarios por sus rivales, pero no fueron exitosos ya que el gobierno autorizó a nuevos bancos a establecerse en la Banda Oriental: desde mediados de los años de 1860,  los recientemente fundados  Banco Italiano y Banco de Montevideo iniciaron una intensa actividad mercantil y emitieron billetes que  alcanzaron una amplia circulación.  A su vez, el 13 de enero de 1863, el Banco de Londres y Río de la Plata abrió una sucursal en Montevideo,  con locales en la Calle Cerrito (situada precisamente entre las oficinas del Banco Mauá y el Banco Comercial), y en marzo de 1865 al banco inglés se le fue concedido el derecho de emisión de billetes propios.  Cambió su nombre original por el de London and River Plate Bank, Ltd., con lo cual obtuvo autonomía de gestión frente a su contraparte en Buenos Aires, y pudo prosperar con la expansión ganadera del país, además de los cual contribuyó a atraer las primeras  corrientes de  capital extranjero al Uruguay.

Bibliografia selecta


Juan E.  Pivel Devoto, “Contribución a la historia económica y financiera del Uruguay”. Los Bancos, 1824-1868 y Los Bancos 1868-1876. Apartado de la ‘Revista histórica,’ publicación del Museo Histórico Nacional, v. 48, 51, XLVIII, vol. 48, 51, 1976.

 

 

A pesar del surgimiento de competidores, Mauá siguió siendo dueño de la mayor empresa financiera en Montevideo durante  el decenio de 1860  aunque bien  pronto sufrió numerosos percances por sus excesivos compromisos con la hacienda pública.  Desde 1859 había sido encargado del registro y servicio de las múltiples deudas contratadas por el gobierno, que incluyeron los bonos de la Deuda Fundada de 1859, la Deuda Interna de 1861, el Empréstito Montevideano-Europeo de 1863, la Deuda Franco-Inglesa de 1862,  y la deuda para el Rescate de Tierras de 1866. Pero más allá del manejo de las cuentas gubernamentales, lo cierto es que sus privilegios en materia de emisión, resultaron ser, a la vez, su fuerza principal y su talón de Aquiles. En su estudio clásico, el historiador Devoto señaló:

“La emisión del Banco Mauá era superior a la de los otros bancos reunidos, entre los que había suscitado reservas y celos. De hecho…el alcance de sus cometidos lo había convertido en un (virtual) Banco Nacional.”

En repetidas ocasiones la liberalidad en la emisión por el Banco Mauá provocó problemas que se volvieron cada vez más acuciantes. En 1866, al recibirse noticias del estallido de un gran pánico bancario en Londres, que ya era la capital financiera internacional preeminente,  se produjo un fuerte pánico en Montevideo, con una corrida especialmente intensa en contra de Mauá. En menos de diez días, su firma tuvo que desembolsar la enorme suma de un millón y medio de pesos en oro a los clientes que querían convertir sus billetes a metálico. Los demás bancos, en total, apenas pagaron la mitad de esta suma. Tan serio fueron los problemas,  que eventualmente el papel moneda que estaba en circulación comenzó a ser rechazado por los comerciantes y, como consecuencia, el gobierno decretó el curso forzoso en 1866, lo cual tampoco resultó ser una solución realmente satisfactoria.

Billete de dos doblones, Banco Comercial, 1863.

“La emisión del Banco Mauá era superior a la de los otros bancos reunidos, entre los que había suscitado reservas y celos. De hecho…el alcance de sus cometidos lo había convertido en un (virtual) Banco Nacional.”

Juan E. Pivel Devoto

Posteriormente, y a raíz de la participación uruguaya en la Guerra del Paraguay,  el gobierno siguió presionando a Mauá para proporcionar nuevos créditos pero  de nuevo ello  implicó un aumento en la emisión de billetes bancarios que afectaría la solvencia de la firma emisora.  El incremento fue especialmente notorio entre fines de 1867 y principios de 1868 cuando estalló una nueva crisis en el mercado financiero de Montevideo.  Mauá abruptamente redujo sus operaciones  en la capital uruguaya  y pronto cerró las puertas de su establecimiento, al igual que el Banco Montevideano y el Banco Italiano. No obstante, fue tal la conmoción en la plaza que el gobierno se vio obligado a intervenir y decretar, otra vez,  la inconvertibilidad de los billetes de todos los bancos.  Ello permitió a las firmas bancarias, que habían suspendido, reanudar sus operaciones, pero sin duda estaban fuertemente tocadas.

En dichas circunstancias, las autoridades uruguayas no tuvieron otra alternativa que recurrir a nuevos  banqueros para cubrir su cuantiosos deficits. Un caso sonado fue la entrada en el mercado financiero de Montevideo de la firma de Lezica, Lamos y Flynn, la cual era conformada por acaudalados comerciantes quienes establecieron la firma financiera argentina-uruguaya en 1868:   ofrecieron al gobierno del Uruguay la emisión de deuda que se denominó oficialmente “Empréstito Argentino” el 23 de septiembre de 1869 por un  monto de  un millón de pesos, aunque requería un servicio muy alto de intereses que alcanzaron una tasa de 1.5% mensual.  De acuerdo con el contrato, los bonos se cotizarían al 88% de su valor nominal, y como garantía, el gobierno aceptó hipotecar las rentas de aduanas hasta la cantidad de 30 mil pesos mensuales para atender el servicio del interés sobre la deuda. En septiembre de 1870, la misma firma concertó un nuevo crédito con el gobierno uruguayo por valor de dos y medio millones de pesos, el cual se llamó oficialmente “Empréstito Platense”, pero las condiciones políticas y financieras siguieron siendo extremadamente inestables.  A raíz de las breves pero intensas guerras civiles en la Banda Oriental entre 1870 y 1872,  todos los bancos de Montevideo sufrieron, pero al finalizar los conflictos, los dos más afectados resultaron ser  precisamente aquellos más estrechamente vinculados a las finanzas gubernamentales, la firma bancaria de Lezica, Lamos y Flynn y el  Banco Mauá, ambos de los cuales sucumbirían en sonadas bancarrotas  de la época.  En el caso del Barón de Mauá estuvo envuelto en litigios en Montevideo durante años, hasta el cierre definitivo de la firma en 1876. En cambio, el Banco Comercial y el Banco de Londres – ambos poseedores de fuertes reservas en oro- sobrellevaron las crisis y guerras (internas y externas) con bastante éxito.